23 Feb El interés general y el interés de Pedro Sánchez
Se anuncia nueva visita a Valéncia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y de nuevo es por un tema de interés partidista y no de interés público. Quizá porque este madrileño de Tetuán que ha alcanzado los cielos de la política nacional por la puerta de atrás, no tiene demasiado claro un concepto esencial de las ciencias políticas que se identifica con el bien común de la sociedad entera, entendida como un cuerpo social, y no tanto con el interés del Estado en sí mismo. Y mucho menos con el interés propio.
Da la sensación que Pedro Sánchez sólo viene a Valencia a disfrutar de conciertos en el Festival Internacional de Benicàssim (FIB), poner medallas a ex Ministros socialistas o para participar en el acto de proclamación de Sandra Gómez como candidata socialista a la alcaldía de la capital. Poco o nada tienen que ver con el interés público estos hechos, pero sí lo tienen la actuación de su Gobierno que recorta los trasvases, mantiene el pago de las autopistas, sigue sin dar respuesta a la infrafinanciación de nuestra autonomía y acabó el año con las restricciones de crecimiento al Cava Valenciano. Por no hablar de la nula mención a inversiones, casi igual que cuando Pedro y su equipo se desplazaron a Barcelona para la mini-cumbre.
Lo triste es que al final de la jornada, La noticia será cómo ha llegado Sánchez a Valéncia y no que ha hecho por sus ciudadanos. Y, saben, en realidad me da igual cómo llegue porque si los servicios de seguridad priorizan el transporte aéreo privado en los desplazamientos del presidente del Gobierno y de la familia Real, nadie deberíamos de dudar de su criterio. Son especialistas y son ellos los que deben de evaluar la idoneidad de este medio de transporte.
Claro que suena raro que a Sánchez le hagan falta un Falcón, un Airbus y helicóptero Puma para desplazarse a Valladolid a la cumbre Hispano-portuguesa. Y que Rajoy pudiera hacer un viaje similar alternando el Airbus, el transporte en carretera y en barco, siendo que los especialistas de seguridad no cambian de un gobierno a otro.
La justificación de la seguridad pierde aún más credibilidad cuando desde Moncloa alegan que el anterior presidente del Gobierno no se desplazaba en helicóptero por miedo –recordemos el incidente de Mariano y Esperanza-, mientras que en el caso de Sánchez, éste no tiene ningún problema con los traslados por aire, lo que facilita el cumplimiento de las recomendaciones del departamento de Seguridad.
En realidad, no sabemos cómo descenderá Sánchez a Valéncia este fin de semana. Si utilizará el Falcon 900B, el Airbus 310 o uno de los helicópteros Puma a los que tanto se ha aficionado últimamente o, simplemente, en un gesto de contención política llegará en AVE o coche oficial, eso sí, en una larga caravana oficial con sirenas policiales, para emerger con sus gafas de sol negras al más puro estilo de una estrella de rock ochentera. Burda imitación, a medio camino entre un John Fitzgerald Kennedy moreno, del que copió su combinación de traje y corbata, por no hablar de la tragicomedia del atentado frustrado; y el estilo gestual desenfadado de Barack Obama, pero con menos flow.
El caso es que, en otra de las contradicciones a las que tan habituados nos tiene el Presidente y su equipo, viene a nuestra tierra a ungir a Sandra Gómez, para que el Espíritu Santo Socialista descienda sobre ella, capacitándola para realizar el sagrado designio para el que ha sido elegida; salvar de una catástrofe anunciada al socialismo del cap i casal. Y no tengo recuerdos de otra visita similar en mucho tiempo.
El acto se celebrará en el polideportivo del Cabanyal-Canyamelar de València, con la previsión de que también asista el ministro de Fomento y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, entre otros cargos de la Ejecutiva Federal. Un entorno que Sandra Gómez trató de hacer suyo esta semana con frases coloristas como “No volverán a poner sus manos sobre el Cabanyal-Canyamelar” referida a la que cree su rival política María José Català (PP), sin darse cuenta que sus auténticos rivales los tiene por compañeros de mesa en la alcaldía, los otros –PP, Cs, Vox, Poble Democràtic…- son oponentes. Una sutil diferencia.
Si esta es la regeneración política bendecida por el mesías Pedro Sánchez, apañados vamos los valencianos. Y negro horizonte le espera al PSPV en Valéncia. Ni Gómez ni Catalá parecen tener discurso propio. Si el mensaje político se constriñe a ¡que viene el lobo!, pues ya sabemos cómo acabó el personaje del cuento. Solo.
En una campaña electoral, y mucho más cuando aún quedan meses para su llegada oficial, se espera de los candidatos que sean propositivos, que hablen de hacer cosas y no de lo que impedirán que hagan los demás… Claro que esa es el testigo político que trae Sánchez a Valéncia. Y que Puig prefiere no recoger en público.
Pero no estábamos hablando de Gómez, sino de Sánchez. Y de su forma de entender los principios básicos de la gestión política. Y es que, en la administración de un país, en términos generales, el concepto de “interés público” se refiere a las acciones que realiza el gobierno para el beneficio de todos. Es sinónimo de interés social, de interés colectivo o utilidad comunitaria.
Y no encuentro nada eso en la visita de Sánchez. Un nuevo agravio a los valencianos porque desde el Ejecutivo Central ni se han tomado la molestia de avanzar una agenda de reuniones del Presidente con los representantes de la sociedad civil valenciana, ni con instituciones relevantes, para abordar inversiones y planes de actuación en Alicante, Castellón y Valéncia, quizá porque carece ellas. O será porque es domingo.
Lo diré más claro. Es una vergüenza que Pedro Sánchez encuentre hueco en su agenda para arropar a la aspirante a la alcaldía de Valéncia, pero no para reunirse, por ejemplo, con los representantes de la Pataforma per un Finançament Just o para mantener un encuentro con las asociaciones empresariales representativas de nuestra autonomía.
Decía Gabriel García Márquez que, si Dios no hubiera descansado el domingo, habría tenido tiempo de terminar el mundo. Creerse Dios, no justifica descansar el domingo. Y el concepto de interés general no implica necesaria y directamente el interés de cada individuo en una sociedad. Al menos, Felipe González decía tener –y releer- el Quijote en su mesita. A Sánchez, le basta con in ipod para escuchar a The Killers.