Treviño o la importancia del segundo plano en política
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Treviño o la importancia del segundo plano en política

Treviño o la importancia del segundo plano en política

Fuente: Tribuna Libre

El plano cinematográfico presenta lo que el director quiere que veamos. En este espacio intervienen un sinfín de elementos técnicos capaces de generar emociones, identificación con personajes y adhesión a la historia… pero, en muchas ocasiones, también puede convertirse en un elemento de distracción.

Eso es lo que pasa con la negociación para la investidura entre el PSOE y ERC, en todo momento se nos dirige con diversos encuadres hacia la tan traída y llevada mesa de partidos, gobiernos o vaya a usted a saber con qué eufemismo se la acabará llamando. Y, en realidad, la auténtica acción está ocurriendo en un segundo plano. Y me atrevería a decir que a unos cuantos de kilómetros de la sede de los encuentros entre estos partidos.

Si desobedecemos al director, y fijamos la mirada en el segundo plano, encontramos la discreta negociación del PNV y Bildu con el Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra (PSE-EE) a cuentas del nuevo Estatuto de Autonomía del País Vasco. Un asunto de vital importancia en la política nacional, pues el nacionalismo vasco se ha convertido en el banco de pruebas de la política independentista. Son los que van abriendo camino desde que obtuvieron el Concierto Económico.

Ya lo hicieron con el Plan Ibarretxe, que se estampó contra la realidad del Congreso de los Diputados, que es también la realidad de la representación del independentismo en España, por mucho que no quieran aceptarlo el PNV y ERC, entre otros. Esa vía muerta quedó cerrada entones para los catalanes, de ahí, el esperpento del 1-O. Un intento de probar la resistencia del Estado ante un golpe directo a los principios rectores de nuestra democracia,

Ahora, mientras unos juegan a las sillas, dirimiendo quién se sienta y en representación de qué para negociar el futuro gobierno del país, otros ponen en negro sobre blanco los fundamentos sobre los que cocinar la alianza entre PSOE, Unidas Podemos y ERC, con el  beneplácito de los nacionalistas vascos, que no es otra cosa que la bilateralidad y el derecho a decidir, esto es, allanar el camino hacia la segregación.

Más allá de los comunicados ambiguos y vacuos que, por cierto, son la perfecta fotografía de la baja comprensión lectora y de cálculo que muestran los resultados del informe PISA en España. Hay otra realidad mucho más preocupante que, o se queda fuera de plano, o actúa en segundo plano, mientras el director de este serial trata de mantenernos atentos a la acción principal, que no es tal.

Y, en ese segundo plano, discurre la negociación del borrador del nuevo estatuto vasco que introduce, por una parte, un estatus diferencial para esta autonomía regida por el PNV que modificaría sustancialmente su relación con el Estado, esto es, establece la aceptación de un sistema de relaciones bilaterales. Algo que podríamos traducir por “mesa de gobiernos” en el juego dialectal del independentismo catalán. Y que no es otra cosa que obviar su representación en el Congreso –menos del 7%- y la que les otorgó la ciudadanía de Cataluña –menos del 50%- para convertirse no en voz de una autonomía, sino de un territorio en igualdad de representación que un Estado legítimo. Silla frente a silla.

Y, por si no fuera suficiente, en el citado borrador se esboza el reconocimiento del “derecho a decidir”, o la posibilidad de que otros territorios o municipios puedan solicitar su incorporación a Euskadi a través de un referéndum. Curiosamente, la otra demanda del independentismo catalán, planteada por ERC como punto de arranque para el apoyo a la investidura de Pedro Sánchez.

La demanda se centra en un caso concreto; El Condado de Treviño. Este enclave situado geográficamente en Álava, pertenece en realidad a la provincia de Burgos (Castilla y León) y se ha mantenido como aldea gala ante los embates imperialistas del nacionalismo vasco hasta hoy, cuando la aritmética electoral ofrece el sumatorio de un gobierno central débil y necesitado de apoyos para la investidura de su particular César de izquierdas y, además, los dos municipios sitos en este territorio del Valle del Ebro –el propio Treviño y La Puebla de Arganzón- cuentan con sendos alcaldes  nacionalistas, uno del PNV y otro de EH Bildu.

Se trata de una grieta,. Y se circunscribe a un territorio concreto. Esa es la excusa. En realidad, se trata de colar como constitucional algo que no lo es y ponerlo en la norma institucional básica de una comunidad autónoma; su Estatuto que, por otra parte, se integra en el corpus del ordenamiento jurídico del Estado. La excusa aquí es una reivindicación histórica del nacionalismo vasco; el Condado de Treviño. Pero, una vez abierto el melón a ver quién es el guapo que lo cierra.

Mientras tanto, sigue el juego de trileros despistando a la opinión pública, con reuniones y más reuniones, avances y retrocesos en las negociaciones, anécdotas premeditadas como el percance de Adriana Lastra, o emotivas peticiones de perdón, como la de Agustín Zamarrón, para mantener el foco de atención donde quiere el director, aunque la acción esté en realidad en otra parte.

Cerramos plano y fundido a negro.

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Por José Antonio Giménez

Analista de MK Político en Sanserif.es